Victor A. Colotla's Celebration of Life

Palabras de Vivienne Xochitl

Querida familia y amigos,

Estamos aquí reunidos hoy, diez en persona y muchos más a través de zoom para celebrar a un ser humano extraordinario; mi esposo Víctor Adolfo, con quien tuve el privilegio y la alegría de compartir la vida durante 58 años.

Esta es una ocasión feliz, hace 77 años exactamente nació Víctor, y esto es lo que vamos a celebrar hoy, su nacimiento y su vida.

Como le dije a uno de mis nietos el día que nos despedimos de Victor, la vida tiene un comienzo (cuando nacemos) y un final (cuando morimos) y aunque estos dos eventos son importantes, lo que realmente tiene sentido y nos define es lo que sucede en medio. Y esto es lo que sucedió:

Escucharán sobre los primeros 18 años de Victor por medio de uno de sus hermanos. Yo conocí a Victor cuando los dos teníamos 18 años y estudiábamos en la Facultad de Psicología de México. Pronto nos convertimos en novios, y continuamos durante 4 años antes de casarnos. Teníamos muchas ideas y objetivos en común, ambos queríamos vivir y hacer estudios de posgrado en en el extranjero, los dos habíamos estado estudiando francés por separado en la Alianza Francesa.

Solicitamos admisión a varias universidades de Canadá y tuvimos mucha suerte de haber sido aceptados en el Programa de Maestría de la Universidad de Toronto. Entonces emigramos a Canadá. Todo estaba bien, excepto que hablamos francés con fluidez verbal y no tanto el inglés. Y en Toronto hablan inglés. Pero podíamos leer, escribir y traducir inglés, así que eso ayudó. Los desafíos fueron enormes, pero con mucha suerte y arduo trabajo, logramos superar el programa.

Despues, aceptaron a Víctor en el programa de doctorado de la Universidad de York mientras yo me gradue en maternidad. Fue otro desafío, pero también lo logramos. Alimentar, vestir y llevar a 2 niños pequeños de ida y vuelta a la escuela en el clima invernal de Toronto no es un picnic en el parque.

Desde muy joven, Víctor tuvo una sed insaciable de conocimiento y ciencia en general. Después de terminar su doctorado regresamos a México cuando lo invitaron a comenzar y coordinar un programa de posgrado en la Universidad Nacional de México. Terminamos quedándonos más de lo planeado debido a las devaluaciones del peso en México y esperando el momento adecuado para que nuestros hijos comenzaran la escuela en Vancouver. Durante este tiempo, Víctor llevó una activa vida profesional y académica. Viajó a muchos lugares para conferencias académicas y similares, incluyendo dos viajes a Russia (en ese estonces se llamaba la Unión Soviética) y un año como profesor visitante en Rochester, New York.

El Dr. Jurado, un colega nuestro, hablará sobre este período de su vida académica.

Cuando llegó el momento de regresar a Canadá, Víctor y mis hijos se fueron tres semanas antes que yo, mientras yo terminaba los detalles de la mudanza. Nuevamente ambos tuvimos mucha suerte de encontrar trabajo en Vancouver. De hecho, Victor recibió dos ofertas para enseñar en las universidades de Vancouver y aceptó una, pero a la otra universidad le presentó mi CV y dijo que yo estaba calificada para enseñar allí. Para mi sorpresa, me consiguió un trabajo sin que me entrevistaran. Llegué a Vancouver el viernes 14 de septiembre y comencé a trabajar el lunes 17 de septiembre impartiendo dos cursos en una universidad local.

La siguiente parte de nuestra vida fue relativamente estable en lo que respecta al trabajo, trabajando durante más de 25 años para una importante organización en Columbia Británica que ayuda a los trabajadores lesionados física o psicológicamente, o ambos, en el trabajo. Y Víctor continúo con su práctica privada de medio tiempo.

La Dr. Schultz le contará algo sobre la vida profesional de Víctor durante parte de este tiempo.

Pero nuestra vida familiar fue activa, disfrutando y apoyando a nuestros hijos y nietos en todo lo que pudimos.

Víctor se retiró en 2018 de su trabajo de tiempo completo, pero continuó con su práctica privada e investigando en los campos que le gustaban. También era un estudiante entusiasta de italiano y reaprendizaje de francés (siempre le gusta aprender idiomas, recuerdo que mientras trabajaba en la Universidad de México hizo tiempo para tomar cursos de japonés y ruso).

Le gustaba mucho la música: Mozart, Beethoven, Elton John, Billy Joel y los tangos… En los últimos años se volvió a involucrar en el taichi, además de hacer ejercicio con pesas y caminatas diarias conmigo. Socialmente, me ayudó a coordinar nuestro Grupo de Español de Minoru y a mantenerme en contacto con muchos amigos.

Durante todo el tiempo que estuvimos juntos fue una fuente de inspiración, apoyo, mi fuente de paz y tranquilidad y de amor y devoción sin fin. Víctor no solo era mi esposo adorado, era mi socio en todo, en la crianza de nuestros hijos, en el cuidado de nuestros nietos, y también era mi colega, mi compañero de trabajo, mi mentor, mi entrenador de vida, mi psicoterapeuta, mi asistente en tareas domésticas y administrativas… era mi todo.

Por todo lo anterior puedo decir absolutamente que hoy soy una mejor persona por haberlo conocido y compartido tantos años juntos. Me enseñó cómo ser una persona compasiva y generosa, cómo amar a la familia y los amigos, cómo ayudar a las personas necesitadas y simplemente ayudar, punto; juntos aprendimos cómo cuidar el medio ambiente y seguir las causas ambientales. Pero también me enseñó a reír y a disfrutar de las cosas buenas que la vida tiene para ofrecer, y cómo es mejor ver el lado bueno de todo que el malo.

Para terminar les cuento dos ejemplos de su sentido del humor.

Nuestros nietos no hablan Espanol aunque quieren aprender. Pero, entienden bastante. En una ocasión, cuando Mateo y Julian se preparaban para ir a España para un torneo de fútbol, les dió el siguiente consejo: Durante el partido, cuando un oponente tenga el balón, gritenle “¡AQUÍ COMPAÑERO! AQUÍ COMPAÑERO!” en español para que se confunda y les pase a éllos el balón.

También les enseñó a decir "¡Disculpen señoritas, pero es hora del futból!" para que pudieran deshacerse de sus admiradoras para ir a jugar fútbol.

Los martes iba a la clase de tai chi, donde era un estudiante regular, no tan avanzado, y cuando regresaba a la casa, yo le preguntaba “¿Cómo te fue en Taichi?” y él decía, “Ohhhh, supongo que bien, pero me da pena.”

“¿Por qué?” le preguntaba. “Pues el instructor me hizo ir al frente de la clase otra vez, para demostrarles a todos cómo se debe hacer.”

Gracias por ayudarnos a celebrar la vida de Víctor.