Victor A. Colotla's Celebration of Life

Palabras de Ian

No puedo expresar con palabras lo extraordinario que fue mi papá como padre y come ser humano. Así que en lugar de eso, les contare una historia de mi infancia.

Después de terminar sus estudios de maestría y doctorado en Canadá, mis papás regresaron a México a trabajar como profesores en la universidad a mediados de los 1970s cuando yo tenía unos 5-6 años. Siendo académicos, no éramos ricos, pero mis padres valoraban mucho la educación así que nos metieron en las mejores escuelas privadas de la cuidad de México. Así me encontré yo a los seis años, sin hablar bien español (ya que mezclaba inglés y español), tartamudeando, y si adaptarme bien en esa escuela popis. Yo envidiaba a los otros niños. Ellos eran muy ricos. Tenían carros lujosos y con chofer (no como yo con nuestro vochito), tenían los juguetes más nuevos y ropa de marca. Que afortunados eran, pensaba yo.

Yo no lo sabía entonces, pero lo entendí mucho después, que en realidad el afortunado fui yo. Ya verán. Mi típico día empezaba así. Mi papá me despertaba cada mañana con un beso en el cachete. Esa era mi alarma. La verdad no me gustaba mucho ir a esa escuela. Pero mi parte favorita del día era la mañana cuando mi papá nos manejaba a la escuela y nos contaba una parte diferente de la novela de Michel Zevaco “Los Pardaillan” sobre aventuras de los protagonistas en Francia del siglo 16. Yo creo que mi papá leía cada capítulo de nuevo en la noche anterior, ya que cada mañana relataba las historias con un detalle increíble. Mi papá también me llevaba al futbol, y siempre lo recuerdo viéndome al lado del campo ya sea con sol o lluvia. En realidad, yo fui el mas afortunado, el mas suertudo, el mas rico de todos – solo por tener a mi papá (y mi mamá).

Mis papás siempre me han ayudado con amor incondicional. Hasta hoy, mi papa ha sido una fuente de inspiración para mí. Muchos de ustedes lo recordarán como un gran amigo, colega, hermano o tío quien siempre ofrecía ayuda incondicional. Él quería mejorar el mundo y ayudarle a los que necesiten. Para mí, él fue el mismo increíble padre que me despertaba con un beso de niño. Me encantaba contarle de mis aventuras y éxitos. El era mi mejor amigo. Me siento tan afortunado el haberlo tenido hasta ahora, y lo extrañaré hasta el último de mis días.